Todos los ríos (con mercurio) van al mar (con mercurio)

Maritornes a veces se desespera de ver que esfuerzos serios de investigación sobre asuntos de gran importancia no llegan a la prensa, o son mal condensados con imprecisiones que alteran de forma fundamental las conclusiones. Sin embargo, de tanto en tanto la prensa cumple relativamente bien con esa parte esencial de su labor.

En un artículo publicado por El Espectador el 17 de abril de este año se afirma que cada año en Colombia se vierten entre 50 y 100 toneladas de mercurio, y dice también que Colombia es el país que más mercurio libera. Nos informa, además, que Colombia firmó en el 2013 el Convenio de Minamata (para controlar estos vertimientos), pero que aún el Congreso de la República no lo ha ratificado. Adicionalmente, dice el mismo artículo: “Entre 2013 y 2015 el Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública reportó en el país 1.126 casos de personas enfermas por contaminación de mercurio. La mayoría asociadas a zonas de minería legal e ilegal. Muchas más de las que hace medio siglo contabilizaron las autoridades de Minamata”.

Aunque es cierto que los medios podrían hacerles más seguimiento a los temas que acometen de manera esporádica, no podemos esperar que se encarguen de todo aquello sobre lo que somos los ciudadanos los llamados a actuar, o al menos a entender y considerar, para poder presionar a quienes toman las decisiones. Un estudio titulado El lado gris de la minería del oro: La contaminación con mercurio en el norte de Colombia, escrito por Jesús Olivero Verbel. Ph.D. y Boris Johnson Restrepo. M.Sc., y publicado en el 2002 (http://www.reactivos.com/images/LIBRO_MERCURIO_-_Olivero-Johnson-Colombia.pdf), constituye una lectura interesante para los aspirantes a la presidencia.

En estas épocas preelectorales quizás podamos poner el proverbial granito de arena y exigirles a los candidatos que no solo estén informados sobre los pliegues y repliegues del acuerdo de paz que —es cierto— tendrán un impacto trascendental en los próximos años, o sobre las debilidades de sus contrarios o la estratagema política nuestra de cada día; necesitamos con urgencia que nos hablen del medioambiente, requisito sine qua non de todo lo demás. Poco que valga la pena nos vamos a ganar a largo plazo con que asuma la presidencia el candidato que preferimos, si por falta de atención a los asuntos ambientales nuestros niños están naciendo con microcefalia y los habitantes de las riberas de los ríos sufriendo de problemas neurológicos, y si continuamos, sin vergüenza, envenenando los ríos «nuestros» que van al mar de todos y si seguimos deforestando los páramos y las selvas con abandono inconsciente. Vale por mucho la pena volver con juicio los ojos hacia nuestros científicos, exigir de la prensa rigor informativo, y empezar a pensar con nuestros políticos en lo que de verdad importa a largo plazo.

 

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