Vive de guiño en guiño
como la estrella
y como el arcoíris
nunca se anuncia.
Nadie la dijo.
O acaso fue un susurro,
un vuelo de ave escrito
entre las hojas.
Pudo ser un pensamiento
que cabalgó sobre la espuma
y reventó en burbujas
sobre playas sin descubrir.
O acaso tuvo forma de mariposa
y no fue mirada por nadie
salvo por el umbroso jardín
o por el día, aún sin abrir.
Es una alabanza breve y honda
que aún revolotea en el tumulto del día
en busca de la ventana,
abierta, del corazón.